Carta

Una sonrisa me asalta, siempre, cada vez que metes tus dedos entre mi cabello. Bueno, en realidad también sucede cuando acostado a tu lado miro el techo e imaginamos historias. Yo quisiera que fueran de caballeros y dragones o de héroes y villanos. Pero no, Tú siempre quieres que sean de princesas. Debo decirte también que una de mis alegrias más grandes se da cuando platico contigo, en esos escogidos momentos en que estamos a solas. Cuando siento que el mundo nos es ajeno, cuando la dimensión de tus inquietudes me hace olvidar las mías. Y también, como olvidar el poder que tienes para desarmarme con solo un par de palabras. Creo que esto lo entiendes bien y lo utilizas cada vez que puedes. Sabes, creo que no me importa pues es otra de tantas cosas que haces y que alegran mi alma.Muchas veces, cuando me miras a los ojos, me veo a través de ti, como si fueras una extensión de mi mismo. Y quisiera protegerte de todo y de todos, supongo que se debe a la experiencia que me han dado los años y a un inútil afán de evitarte algunas de las penas que Yo ya conozco.Así como eres un pedazo de mi, Tú, sin saberlo, le das un empujón al péndulo que llevo dentro cada vez que brota el brillo de tus ojos cuando resuelvo alguno de tus problemas, de nuevo en otro inútil afán de resolverte la vida.Por supuesto que Tú no me diste esa tarea, pero abusando de tu confianza me pongo el traje de caballero y según Yo te escolto en el sinuoso camino de tu vida.Y muchas veces, en silencio ruego a Dios que me ayude a mantenerte y mantenernos en ese camino que construyo para ti. En otras tantas, imploro que me entiendas y que Dios acabe con la terrible impaciencia que me ha llevado a rincones en los que no quiero vivir. Igualmente, en silencio pido perdón por los arranques que desata mi impotencia. Y quisiera que entendieras la tristeza que se desborda en mi con cada una de tus lagrimas.Espero que algún día entiendas que todo lo que hice, a tu juicio bueno o malo, fue un acto de amor. Del amor de tu padre que intentó hacerte feliz mediante otro inútil afán de quitar las piedras en tu camino.