Quitando el vapor con la mano en franca desesperación
busqué tus ojos en el espejo y solemnemente te dije
que después de recorrer tantas veces el mismo camino
llegaría un día en el que finalmente dejaría de importarme.
Cansado de tanto arrojo miro atrás y sin vapor caigo en la cuenta
de que ese día nunca estuvo lejos.
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