Sobreviví los días repasando uno a uno mis recuerdos, deseando con el alma que hicieras lo mismo con los tuyos.
Transcurrió el tiempo, me ocupé con tanta fuerza de armarme una historia que se me olvidó quien era.
Marcado por la memoria intenté no perder el retrato de nuestra vida y lo único que encontré fue el bosquejo de mis idas y tus intentos.
Aferrado a no vivir sin tu cariño te busqué en el frío, adentro y afuera en un camino que parecía no tener fin.
En las madrugadas me ocupaba delineando formas en las sábanas. Pincelazos de nuestras pláticas resonaban a lo lejos como quién quiere hacerse presente pero no puede.
Sobreviví las noches con el perfume de tu cuerpo inundando mi sueño y mis labios buscando tu aliento en la almohada. No pude entender que tu voz y tus besos sin tu mirada no me servían de nada.
Y por fin un día pude entender lo sola que se siente el alma cuando la rondan sus propios fantasmas.
Y decidí que era mejor enloquecer.