Golpeado por mi mismo reflejo. Perseguido por ellos y acosado por los otros.
Solo, como siempre y vacío como nunca.
Así, como pude, a trompicones logré salir.
Sabiéndome perdido aspiré profundo, contuve la ira y me tiré al piso.
¿Cómo llegas al mismo lugar después de haberte jurado no volver a estar ahí?
¡Qué absurdo!
Las mismas palabras taladrando mi cabeza. Una y otra, sin piedad.
Y las lágrimas contenidas, más por dolor que por orgullo.
Quédate quieto.
No pienses, no hables, solo respira y escucha.
Dime, ¿qué ves?, no entiendes que Yo no pude.
¿Entenderte?
Si, seguro, ni Yo me entiendo.
Dime, ¿qué escuchas?, no entiendes que Yo no puedo.
Vámos, dime,
¿Qué no podemos existir sin aplastarnos?
domingo, abril 22, 2007
domingo, marzo 25, 2007
Revelaciones
En alguno de mis sueños perdidos recuerdo que me dijiste que la vida es una ilusión pasajera tan efímera como sólo Dios quiera.
Así pues reafirmo que tienes razón.
No tiene, tuvo, ni tendrá sentido verla pasar a través de discusiones estúpidas, banalidades o locuras ajenas.
Muy contrario a lo que pudieras pensar, lo anterior sabe más a autobiografía que a relato.
Así pues reafirmo que tienes razón.
No tiene, tuvo, ni tendrá sentido verla pasar a través de discusiones estúpidas, banalidades o locuras ajenas.
Muy contrario a lo que pudieras pensar, lo anterior sabe más a autobiografía que a relato.
viernes, enero 19, 2007
Locura II
Sobreviví los días repasando uno a uno mis recuerdos, deseando con el alma que hicieras lo mismo con los tuyos.
Transcurrió el tiempo, me ocupé con tanta fuerza de armarme una historia que se me olvidó quien era.
Marcado por la memoria intenté no perder el retrato de nuestra vida y lo único que encontré fue el bosquejo de mis idas y tus intentos.
Aferrado a no vivir sin tu cariño te busqué en el frío, adentro y afuera en un camino que parecía no tener fin.
En las madrugadas me ocupaba delineando formas en las sábanas. Pincelazos de nuestras pláticas resonaban a lo lejos como quién quiere hacerse presente pero no puede.
Sobreviví las noches con el perfume de tu cuerpo inundando mi sueño y mis labios buscando tu aliento en la almohada. No pude entender que tu voz y tus besos sin tu mirada no me servían de nada.
Y por fin un día pude entender lo sola que se siente el alma cuando la rondan sus propios fantasmas.
Y decidí que era mejor enloquecer.
Transcurrió el tiempo, me ocupé con tanta fuerza de armarme una historia que se me olvidó quien era.
Marcado por la memoria intenté no perder el retrato de nuestra vida y lo único que encontré fue el bosquejo de mis idas y tus intentos.
Aferrado a no vivir sin tu cariño te busqué en el frío, adentro y afuera en un camino que parecía no tener fin.
En las madrugadas me ocupaba delineando formas en las sábanas. Pincelazos de nuestras pláticas resonaban a lo lejos como quién quiere hacerse presente pero no puede.
Sobreviví las noches con el perfume de tu cuerpo inundando mi sueño y mis labios buscando tu aliento en la almohada. No pude entender que tu voz y tus besos sin tu mirada no me servían de nada.
Y por fin un día pude entender lo sola que se siente el alma cuando la rondan sus propios fantasmas.
Y decidí que era mejor enloquecer.